Hay dos intervenciones que me llamaron profundamente la atención en los últimos días. La primera, del Diputado Henry Ramos Allup el día 11 de mayo en la que expresaba:

“si se siguen todos los pasos normalmente, podría haber referendo este mismo año […] si el referendo se activa y se efectúa revocando a Maduro el próximo año, todo queda en casa porque quedaría el vicepresidente que esté en ese momento […] ahora, vista la relación que hay entre lo que dice el gobierno por su parte y lo que hace los organismos que le están subordinados, es de temer que no haya referendo este año…” (entrevista con César Miguel Rondón, Circuitos Éxitos)

y la otra del Gobernador Henrique Capriles Radonsky en el programa de Nelson Bocaranda y Mariela Celis del jueves 12 de mayo, donde expresaba que:

“yo lo que le digo a la gente que plantea ese tema [la presentación de la partida de nacimiento de Nicolás Maduro a la opinión pública], un gobierno que desconoce la Asamblea, que declara inconstitucionales leyes, que hace todo lo que hace ¿no tendrá capacidad, un gobierno que hace todo esto, usted cree que se va a ir, que no tiene capacidad de forjar una partida, de hacer una partida y de mostrar una partida? ¿Usted cree que este gobierno lo vamos a sacar, este gobierno que yo acabo de describir, que los venezolanos estamos viendo de lo que es capaz, usted cree que este gobierno se va a ir mostrando un documento? ¡Por favor! Yo creo que no perdamos energía, es que cuando uno dice esto es que hay algo oculto, no, no hay nada oculto…” (entrevista con Nelson Bocaranda y Mariela Celis, Circuitos Éxitos)

Siendo sincero, no sé cuál declaración es peor para la esperanza del venezolano o cuál le hace más daño al liderazgo político opositor del país.

Sobre las declaraciones del Diputado Ramos Allup sólo me quedaría preguntarle ¿si el referendo revocatorio tiene como objetivo desplazar al chavismo del poder y con ello cambiar el modelo y recuperar la república, qué sentido tiene hacer el revocatorio el año que viene? ¿Es viable separar a Maduro del poder y mantener al chavismo con una nueva versión de este modelo que nos ha llevado a esta profunda crisis? ¿Qué otra estrategia constitucional debe desarrollar la oposición frente a la posibilidad de fracaso del referendo revocatorio? En todo caso, creo pertinente que la MUD consolide un mensaje claro frente al revocatorio y no lo haga un significante vacío, que se pueda revertir en contra de la propia oposición cuando la realidad no acompañe las expectativas de la sociedad que quiere cambio.

Por otro lado, el hecho según el cual el acto republicano y cívico de exigirle la partida de nacimiento a quien nos gobierna sea una “pérdida de energía” no es menos preocupante, más aún, cuando el motivo de tal perversión republicana es el secuestro de las instituciones y la percepción de que quien ejerce el poder político está dispuesto hasta forjar un documento para usurpar el poder frente a la «alcahuetería» de todos. Aquí me gustaría preguntarle al Gobernador ¿qué le hace pensar que Maduro –que está dispuesto a todo– no va a manipular el proceso del referendo revocatorio para evitar su salida? ¿Qué le impide al régimen y a sus instituciones alterar un resultado para seguir en el poder? ¿Es consciente gobernador que cuando usted hace esa afirmación deja claro que la ontología del régimen es el malandraje y la permanencia en el poder sobre todas las cosas?

Los tiempos políticos no son los mismos que los tiempos sociales. Cada día que pasa a la sociedad le cuesta más esperar y adaptarse. El cambio que la sociedad demanda a los políticos no se debe sólo al deseo de un futuro mejor, sino que la acompaña el peligroso impulso de la lógica de la subsistencia. Hay quien piensa, actualmente, que dejando desarrollar la crisis el poder cambiará solo hacia la oposición. Más allá de que eso sea una posibilidad, no es la única.

El día a día está dejando múltiples señales de lo que puede ser un acontecimiento drástico que se decante en un giro impredecible para los actores políticos, cuyo origen se encuentre en la acción desesperada de una sociedad cansada del populismo electoral de la oposición y la degradación económica, política y social del régimen.

Quienes piensen que de darse este fenómeno, la oposición alcanzaría una posición de poder frente a un régimen deslegitimado, pecan de ingenuos porque el chavismo tiene varias corrientes en pugna y la que sufriría sería la que está representada por Nicolás Maduro, las otras no; que dicho sea de paso, el discurso de algunos voceros de la propia oposición legitima este aspecto cuando señala que la solución a los problemas radica en cambiar al Ejecutivo.

Los próximos meses no serán fáciles para nadie, pues la dinámica social orientada a subsistir está fatigando hasta la propia capacidad de represión del régimen, lo que origina más eventos de saqueo con mayor alcance: ya no es un camión a la semana, ahora son dos o tres o ya no es un abasto, sino un galpón del gobierno o un supermercado… y así vamos.

Mientras la oposición se pierde en su idea institucional de hacer política basada sólo en elecciones –en la que se cambian a los estadistas por analistas de encuestas–, el régimen huye hacia adelante en una carrera frenética contra una pared de concreto que puede atravesar o contra la que se puede estrellar, trasladando –en ambos casos– el costo político y social al ciudadano que trata de sobrevivir y sobreponerse a la desesperanza y al desencanto que produce saberse parte de esas estrategias políticas de alto costo para su bienestar y su futuro.