Sobre las consideraciones políticas relacionadas con la transición, que se producen desde la entremezcla de la opinión genuina que apunta hacia la libertad de todos y la opinión que privilegia el beneficio particular sobre el común, quisiera hacer unas reflexiones.
A mi modo de ver, el cambio será mucho más sustentable si se asume el costo político de vetar al chavismo como fuerza política y nombrar un gobierno de transición que haga los arreglos institucionales necesarios para crear la ruptura que se requiere en el sistema político.
Observo con cierta preocupación, que algunos de los politólogos no comprenden que el chavismo ha instrumentado elementos que procuran que su cambio sea irreversible, a los efectos de que Venezuela nunca conozca la estabilidad hacia el progreso y la vida buena.
La transición que expresan muchos politólogos, no es más que una ilusión que apuesta por degradar paulatinamente las prácticas totalitarias que luego cedan espacio a otras más civilizadas. A juzgar por como va el mundo, esa es una cosmovisión y una propuesta muy ingenua y peligrosa para las democracias.
No todo en política se resuelve a partir de los procedimientos establecidos por la democracia para dirimir la lucha por el poder, menos aún cuando el sistema político diseñado e instituido busca la perpetuidad para un grupo de personas que no tienen otro objetivo que (i) la dominación total de la sociedad y (ii) el uso particular de la estructura del Estado para desarrollar economías criminales… Hagamos un ejercicio de imaginación de una transición paulatina con el nazismo ¿Cómo estaría Alemania hoy con una ruta así?
La Alemania de hoy no podía ser posible sin el triunfo total de los aliados y la capitulación total de los nazis. En Venezuela podríamos aproximarnos a ello, en la medida que estemos dispuestos a sacar del ámbito de la administración pública al corrupto y al que muestra vínculos con el narcotráfico u otras actividades criminales.
A diferencia del nazismo, pocos podrían ir a juicio con los elementos que planteaba Eichmann, pues muchos de los actores políticos que colaboran con este proyecto de destrucción no sólo son parte de la maquinaria, sino delincuentes metidos en cuanto “guiso” existe.
Si la estrategia de rendición de los elementos de fuerza que soportan al régimen falla, que fallará, el desiderátum debe cambiar la amnistía, como oportunidad perdida, por juicios por corrupción a todo involucrado. Es allí donde creo que puede estar el camino para la capitulación total.
Por su puesto que ese desiderátum tiene un costo político, es por ello que sus actores no deben tener pretensiones a corto plazo de llegar al poder una vez restaurada la República. Considerando además que la cohabitación con quien desarrolló un proyecto genocida no es viable.
En los actuales momentos, pensar fuera de la caja, más aún cuando la caja fue diseñada, construida y decorada por el chavismo no es una opción, sino la alternativa. Dicho en otros términos, pensar en una transición que mantenga los elementos esenciales de un sistema político que el chavismo instituyó, pensando que al suavizarlos se logra una transición, no es más que una ilusión política para todo aquel que quiera un futuro en Venezuela.
Ilusión que, en términos de la historia, lo más que logrará es una corta pausa al proyecto totalitario, para que este agarre aire y venga con más fuerza la próxima vez.
Si no tenemos consciencia, al menos así lo creo, de que debemos formular acciones instituyentes de un nuevo sistema político, es decir, una ruptura histórica con lo que hemos vivido hasta ahora, Venezuela no tendrá ningún futuro fuera de lo que ya hemos conocido y vivido…