Una enfermedad sin cura

No sé cuántos venezolanos sentimos que desde el año 2015 a Venezuela se le puso una lápida a cualquier proyecto político que muestre elementos genuinamente útiles a la causa de la libertad. Ese año los opositores no ganamos la Asamblea Nacional, ganamos la posibilidad y experiencia de ver claramente que aquellos ciudadanos que no superen sus limitaciones cívicas para comprender el país seguirán presas de siniestros actores políticos que no se diferencian del régimen criminal en cuanto su esencia.

La representación política honesta en Venezuela está atrapada en una calle ciega que, por un lado, se cierra con la violencia y arbitrariedad del régimen criminal que gobierna y por el otro, en la oposición que cuidadosamente configuró ese régimen a través de infiltrados, corrompidos y de nulidades engreídas.

Basta recordar el mantra del “gobierno interino” de cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, para cerrar el argumento de que el colaboracionismo opositor solo se organiza para engañar. Sin embargo, para algunos no bastan 24 años de fraudes electorales, ni de engaños unitarios, para aprender que esta oposición no es más que una maquinaria de la mentira (como señalaría Arendt para referirse a los métodos sistemáticos y organizados que utilizan algunos políticos para crear una realidad alternativa que se ajuste a sus intereses). Allí van, abrazados Comisión de primaria y esperanzados con la elección de candidato opositor… Del líder “único” de la oposición ¡Ja!

No es fácil vivir en la Venezuela actual, en la que por un lado oprimen las condiciones materiales producto del secuestro de la economía por el lavado, el enchufe y la corrupción y por el otro, la orfandad institucional que siente el ciudadano cuando la experimenta secuestrada por criminales, “matraqueros” y corruptos.

Que lejos se nos hace la comprensión de la libertad en los términos del derecho —y del acompañamiento del Estado— que tiene un individuo a desarrollar una vida digna de ser vivida. Que lejos se nos hace ejercer la libertad de pensar y de expresar ese pensamiento sin sufrir consecuencias de algún tipo.

Y cuando hablo de las consecuencias del libre pensar y de expresar ese pensamiento no me refiero solo al régimen, también me refiero a la “oposición” que se dice “democrática” pero que no pierde tiempo de bloquear, silenciar o despreciar a quien la interpele con argumentos que moralmente son irrefutables. Basta ver la nueva aventura de la “abajo firmancia” para sospechar de que esta “oposición” lejos de ser democrática es castradora de la disidencia.

En días pasados, un nuevo “manifiesto” (Carta abierta en respaldo a la CNP) se erige como mandato soterrado para no criticar, desprestigiar o cuestionar el esfuerzo organizativo del colaboracionismo. Al leerlo no sorprende que los dos primeros “abajo firmantes” sean Luis Ugalde y Ramón Guillermo Aveledo, ni tampoco sorprende que el relleno sea en su mayoría el séquito de operadores políticos que hacen vida en la Ucab, ni el grupo de “amigos de Ramón”.

Lo que sorprende es que todavía usen el argumento de que “en el calendario [electoral] está esa oportunidad de cambio. Las elecciones presidenciales son el canal, más realista y deseable, para que esa esperanza se materialice”.

¡Madre mía! ¿Cómo pueden seguir engañando después de 5 procesos presidenciales fallidos para sacar al régimen del poder? ¿Si no pudieron sacar al régimen antes, cómo pretenden hacerlo en 2024 cuando el fraude está tan perfeccionado que hasta es “producto de exportación”? ¿De verdad creen que un régimen cuyos cabecillas tienen precio a su cabeza van a entregar el poder de manera pacífica? ¿Estos farsantes no recuerdan la dinámica con la Asamblea Nacional en el año 2015 que fue anulada por completo? ¿Si no entregaron siquiera el poder legislativo van a entregar el ejecutivo? Es una lástima que la maquinaria de la mentira valore tan poco la inteligencia de su militancia. Aunque pensándolo bien, les está merecido el desprecio intelectual que le tienen al que le sigue. No podía ser distinto, esta oposición también es chavismo.

Mientras no entendamos que la vida moderna en libertad se define a partir de estos tres pares de categorías (que falsamente los enemigos de la libertad ponen en tensión):

1. La soberanía popular y las leyes
2. Lo comunitario y lo individual
3. La igualdad y la libertad

Y que cuando un proyecto político propone el primer elemento de cada par estamos irremediablemente en un camino autoritario, donde la capacidad para gobernar se basa en la fuerza (o la violencia), la arbitrariedad y la usurpación, aunque el discurso esté orientado a promover la justicia, la libertad y el respeto; no vamos a tener una representación política seria y comprometida con la Nación y con el desarrollo y bienestar de su sociedad.

Cuando una sociedad apoya un proyecto político con tales presunciones, llámese chavismo o llámese “oposición” (MUD), puede que tenga la posibilidad de escoger la forma como se irá esclavizando, depauperando y sometiendo a la voluntad de un amo, pero JAMÁS puede pretender que escogerá las condiciones que amplíen su experiencia de libertad.

Ni el régimen, ni esta «oposición» son opciones para libertad, la dignidad y el desarrollo de la Nación y de la sociedad. Por mí, ¡que se vayan todos! y que vengan los nuevos sin ataduras con ese colaboracionismo que nos hizo perder años valiosos y oportunidades únicas.